Senderitos se hace centenario en Citores

El grupo de senderismo de El Escorial ha enseñado todo el Guadarrama a niños y mayores a través de 101 excursiones.

Un buen rato antes de las diez de la mañana, la hora pactada, Luis Osuna y su mujer, Alicia, ya esperan a los demás excursionistas en Cotos, aguzando la vista para distinguir sus coches e indicarlos si aún tienen sitio en el aparcamiento del Puerto, pendientes del  Whatsaap por si hay incidencias de última hora, mientras se debaten entre las charlas distendidas con los que ya han llegado y los últimos detalles de la excursión, que ese domingo propone subir a la Peña Citores por la senda del Batallón Alpino, con la bajada al Refugio de propina. Es el itinerario de un día especial, asequible, de unos 12 kilómetros, ideal para empezar la temporada 2022/2023, pero sobre todo por ser el de la excursión número 100 en la historia de Senderitos, el grupo senderista de El Escorial que ya lleva 15 años explorando el Guadarrama y sus sierras adyacentes, la de Gredos incluida.

Arriba de Citores, junto a uno de los refugios mejor conservados de la Sierra, con inmejorables vistas panorámicas hacia el valle de Valsaín, la cara norte de Siete Picos, las Cabezas de Hierro y las laderas de Valdesquí, Luis Osuna rememora que “todo esto empezó en un cumpleaños, cuando nuestros hijos tenían cuatro y seis años. Estábamos todos los padres pensando qué hacer con ellos, pues es difícil a esas edades, y nosotros, con Alicia, mi mujer, y unos amigos, pues salíamos a hacer excursiones por la montaña, pero en plan familiar. Entonces propusimos que si querían hacer excursiones con los chicos, que yo me podía encargar de organizarlo. A la gente le pareció bien. Recuerdo que era como el mes de septiembre de 2007, recién comenzado el curso escolar. En octubre y noviembre estuve preparando unas excursiones que se adaptaran a niños de cuatro y seis años, y todo empezó aquel 2 de diciembre en el Alto del León, con compañeros de clase de nuestros hijos, algún vecino al que se lo dijimos…”.

Las inclemencias de aquel día de otoño tardío no afectaron a la primera convocatoria. Había ganas. “Recuerdo que hacía muchísimo frío, fuimos en torno a 30 ó 35 personas del Alto del León a la Peña del Arcipreste, y los chicos se lo pasaron fenomenal, por poder ir con nosotros a la montaña. A raíz de eso, el grupo empezó a crecer, a crecer, y estuvimos desde 2007 a 2011 haciendo excursiones con los niños”.

El grupo Senderitos, en una de sus últimas salidas, de Camorritos al Puerto de Navacerrada

El récord de 129 senderistas

Aquel 2011 significó un punto y aparte en Senderitos: “Fue un grupo que murió de éxito, cada vez había más gente. Recuerdo que por las noches anteriores a las excursiones de Senderitos no dormía, es una realidad: primero éramos 30, luego 60, más tarde 90, a veces 100… Hemos llegado a ir 129 personas, con niños de muy diversas edades, desde los que eran verdaderas cabras por el monte a los que iban metidos en la mochila con sus padres”. De ese día, cuando Senderitos batió su récord de convocatoria, Luis Osuna recuerda que “fuimos 129 personas desde La Panera hasta La Sevillana, cerca del Alto del León”, pero cita otra excursión si acaso más memorable: “Como anécdota, recuerdo la primera a la que fuimos más de 100 personas. Hicimos el Eresma, dejando los coches en el puente de La Cantina, con la idea de bajar con los niños hasta Valsaín, y cuando íbamos por la quinta de las Siete Revueltas, creo, vimos coches parados en la carretera, y dije: ¡qué raro! Como la excursión empezaba en un sitio y acababa en otro, el conductor dejaba a la gente en el puente de La Cantina y al final de la excursión bajábamos los coches, así que, al subir y ver a todos los coches parados, pensé que había habido un accidente, cuando eran todos los coches de la excursión de Senderitos. Formamos un atasco, no era otra cosa”.

Osuna define aquella primera etapa de Senderitos como “muy estresante, pero también muy gratificante”. “Yo me sentía orgulloso de poder hacerlo, porque luego nuestros niños lo notaron: nuestros hijos son ahora adolescentes y están a otras cosas, pero estoy convencido de que lo han sentido y de que volverán, porque a esa edad todo te queda en la memoria. Por ejemplo, mi hijo está ahora en Italia de Erasmus y allí ha creado un grupo que se llama ‘Senderasmus’, con sus compañeros. Por eso es una satisfacción haber podido dar a conocer la montaña a muchos niños, porque ellos también podrán enseñársela a sus hijos”.

Segunda etapa ‘adulta’

Senderitos se detuvo en la medida en que los niños entraban en otras edades y exploraron otras actividades, que en el caso de Luis Osuna fue el Club de Atletismo Las Ardillas de El Escorial. Sus dos hijos, igual que otros niños del grupo, empezaron a hacer atletismo, al tiempo que los padres también se involucraban en la nueva actividad. De 2011 a 2017, Osuna fue vicepresidente del club, codo con codo con Fernando Román, el presidente que pilotó la evolución del club hasta su conversión en una de las mejores canteras atléticas de Madrid, y que hoy es un ‘senderitos’ más.

Pero una vez cerrada esa brillante etapa, la que vio la explosión de joyas canteranas como la olímpica Lucía Rodríguez, entre otras, Senderitos volvió por aclamación popular para celebrar el décimo aniversario con una excursión por el espectacular Vía Crucis del Valle de los Caídos. Fue un regreso más adulto, con los niños ya adolescentes, y con más margen para diseñar itinerarios más exigentes, aprovechando la evolución logística que impone el paso del tiempo. Luis Osuna, un amante de la estadística y los datos, meticuloso organizador y estudioso de cada detalle, reconoce que “las nuevas tecnologías han facilitado mucho. El hecho de que vayamos ahora con un grupo de adultos no es lo mismo que cuando íbamos con niños. Antes teníamos que ir a preparar la excursión, y no sólo una o dos veces. Si hay un peligro de posibles caídas con niños, hay que prevenirlo, y eso con adultos no pasa. Todas las rutas con niños estaban revisadas hasta cuatro veces. Nunca ha pasado nada, Dios quiera que nunca pase ningún percance”.

Pico La Mira, en la Sierra de Gredos

Cada temporada, Luis Osuna elabora una lista con las rutas, buscando variedad en las zonas, diversos grados de dificultad, caminos con Historia detrás, con una flora y una fauna especiales, o incluso el hacer coincidir las excursiones con acontecimientos especiales, como la que se llevó a cabo el pasado 25 de septiembre entre Camorritos y la estación del Puerto de Navacerrada para celebrar el regreso de la actividad del tren eléctrico Cercedilla – Cotos y el próximo centenario de la histórica línea alpina de vía estrecha.  “Para preparar las excursiones tenemos un programa, que damos al principio de cada temporada, y que planificamos durante el verano, yéndonos a andar por las tardes. Intentamos que las excursiones de invierno sean por zonas bajas. Ahora con los whatsaap estamos mejor comunicados, porque antes enviábamos el plan de la excursión, ponte que el miércoles por correo electrónico, y a lo mejor, si había cambios a partir del viernes, el destinatario ya no lo veía porque ya no estaba en la oficina o no abría el correo. Y tenías que respetarlo”.

Lo normal es que la planificación se cumpla al dedillo. Es así como Senderitos ha llegado a explorar todo el Guadarrama, desde Las Machotas hasta el Pico de la Miel, apuntando a Somosierra, y pasando por enclaves como los Montes Carpetanos o la Sierra de La Morcuera; pero también con incursiones como la del pasado mes de junio al Pico de la Mira, en Gredos, el mirador más espectacular a Los Galayos. “De la Sierra del Guadarrama, lo que es el centro del Guadarrama, creo que ya lo hemos cubierto todo. Con los niños se solían hacer de ocho a diez kilómetros, y las excursiones de adultos suelen andar por los 12, 14, 16 kilómetros, como mucho. Podemos hablar de que Senderitos habrá recorrido unos 1.400 ó 1.500 kilómetros, aunque hay zonas que hemos visitado menos, como la de Canencia, que me gustaría hacer algún tramo más. Pero coge más retirado, la gente que vamos desde El Escorial siempre buscamos que nos pille a una hora, hora y cuarto como mucho de traslado en coche. Esta temporada me gustaría hacer un par de excursiones por toda la zona de Canencia, al otro lado del Mondalindo, ir a Cabeza Arcón…”

El manejo de las rutas

Sobre el privilegiado balcón de Citores, Luis Osuna es el portavoz de las casi 50 personas que han ascendido a los 2.181 metros de la emblemática Peña y que lo escuchan en un lugar hasta ahora inexplorado por Senderitos “Habíamos venido varias veces a Peña Citores, pero nunca habíamos bajado aquí al Refugio”, reconoce. Antes de emprender la bajada, camino de la llamada “plaza de toros” del collado, bastión republicano en tiempos de la Guerra, para después afrontar el precioso descenso a media ladera que conduce de vuelta a Cotos, primero entre piornos y pedregal, y después bajo un imponente bosque, Osuna explica que “esta temporada hemos empezado con la de Peña Citores, que es más o menos asequible, pues la siguiente será un poco más complicada, dependiendo del número de gente. Programa para ello tenemos para aburrir. Cuando te conoces un poco las montañas, te puedes sacar 50 excursiones más de las que tienes apuntadas: si hoy hubiera venido menos gente a Citores, pues igual podríamos haber subido a Peñalara”, dice, precisando que el techo de Madrid es más factible de atacar desde el collado de Citores, hacia las Hermanas, que por la masificada ruta convencional.

Luis Osuna, en La Pedriza, junto al río Manzanares

El conocimiento de la diversidad que ofrecen las rutas encuentra su máxima expresión en el monte de casa, la cima fetiche de Senderitos: “Para nosotros la montaña es Abantos, la hemos recorrido mucho. Lo que pasa es que la gente suele subir por el camino original, pero hay muchísimas opciones de subir. Nosotros intentamos variar: a lo mejor en otoño vamos por el hayedo, por su encanto especial; si es en invierno, iríamos a ver los pozos de la nieve… Si hay una montaña fetiche es Abantos, por lo que significa y porque es donde estamos todos, donde nos hemos iniciado en el senderismo”. Y ese ‘todos’ es Senderitos, la fuerza del grupo que es el único secreto que lo ha llevado hasta las 100 excursiones, que son ya 101, contando con la reciente de Camorritos. “No me gusta hablar de Luis Osuna, el grupo somos todos y se surte de todo. A mí me satisface que venga mucha gente y que lo disfruten, con lo cual no es un tema de personalismos ni nada de eso. El grupo lo hace grande la gente, no quien lo organiza”

Las temporadas se cierran bajo la Luna Llena

Uno de los distintivos de Senderitos es la costumbre de cerrar cada temporada con rutas especiales, con matices diferentes a lo que es habitual. “Siempre hacemos dos excursiones de final de temporada: una que la hacemos en autobús, con la que hemos ido a Gredos, a Navafría, al Alto Tajo; y luego otra para la Luna Llena de verano, a finales de junio, o primeros de julio, dependiendo de su salida. Ahí hemos ido a verla a La Maliciosa, este año a Cabeza Líjar, también en Valdemartín, la Bola del Mundo… Hemos estado en distintos sitios e imagina lo que es para los niños estar ahí arriba a la una de la madrugada”. La ruta para ver el plenilunio estival siempre es una de las de más aceptación, como pudo comprobar AQUÍ EN LA SIERRA el pasado mes de junio: “Es la excursión más deseada, y además es un motivo de orgullo que la gente se involucre. Que este año viniesen 50 personas a Cabeza Líjar un viernes, cuando muchos habían madrugado para trabajar…”.

Lo peculiar de las rutas nocturnas abunda en el tema de lo pedagógicas que pueden llegar a ser las incursiones a la montaña, si se planifican bien, y en ello incide Luis Osuna: “En las excursiones siempre se aprende. Puede ser un día cosas de Astronomía, otro de la Guerra… No sólo es andar, sino que es andar con algún motivo. Se puede andar de muchas maneras, pero yo creo que en el Senderismo no hay prisa, te puedes recrear porque no es una carrera. Además, siempre descubres algo, aunque sea en el mismo sitio. Si no he subido Abantos 50 veces no lo he subido ninguna, pero cada vez descubres algo distinto: una fuente, una vista, una piedra singular que otras veces no había visto”.

Jaime Fresno

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