El Galapagar cae fulminado por los goles de Maqueda y desquiciado por el arbitraje (1-3)
⚽ El Villaverde remontó en la segunda parte el gol de Buceta con dos tantos de su centrocampista desde fuera del área. ⚽ Con 1-2, el colegiado expulsó en dos jugadas casi consecutivas a Gabri y Héctor, y acabó increpado por el público de El Chopo tras una actuación global plagada de errores.
El Galapagar llega a su jornada de descanso deprimido, por una de esas derrotas que dejan huella: cayó en El Chopo ante un posible rival directo, el Villaverde, y lo hizo pagando una factura que va más allá de los tres puntos, por las expulsiones de Gabri y Héctor, su máximo goleador, y el golpe anímico de perder un partido que durante muchos minutos pareció tener bajo control.
El arbitraje de Kilian Conde jugó un papel importante en todo ello: fue dispar en su criterio, coleccionó errores de apreciación, a veces repartidos y otras claramente en perjuicio galapagueño -con poco o ningún auxilio de sus jueces de línea, dicho sea de paso-, y su actuación terminó por llevar el partido a un terreno que no domina el Galapagar, el de un fútbol sin continuidad, de juego subterráneo y rifirrafes, permitido por un árbitro que confundió la autoridad con la intimidación de jugadores, como atestiguan no pocas declaraciones posteriores.
En ese caldo de cultivo, el encuentro se terminó de cocinar en los detalles, y al menos uno de índole futbolística tuvo que ver con su resolución: el exquisito golpeo de Maqueda para el 1-1. Ese gol, al comienzo del segundo tiempo, metió al Galapagar en un agujero del que no supo salir, o no le dejaron. La gente abandonó El Chopo rumiando y cabizbaja, dándole más vueltas a lo segundo. Pero lo cierto es que a su equipo le faltaron tablas y cuajo para adaptarse a ese escenario, que poco o nada tiene que ver con su propuesta de juego.
El Galapagar se diluyó ante un Villaverde echado al monte a por los tres puntos, pleno de oficio y convicción, superior en las batallas individuales. Su victoria no es discutible, primero porque un parcial de 0-3 en la segunda parte rara vez puede serlo; y segundo, porque ya tenía el partido en su mano antes de las expulsiones, con el 1-2. Digamos que el grupo de Paco Senda supo colarse por una puerta que le abrió el Galapagar, y lo hizo con contundencia. El entrenador debutante, autor en su día de la vuelta del Villaverde a Tercera, logró en su estreno lo que en al menos tres años nadie había sido capaz: ganar en El Chopo remontando, con el hándicap añadido de fallar un penalti con 0-0. Con o sin aliado arbitral, hubo mucho mérito en el equipo de Boetticher.
Buen primer tiempo arlequinado
El Galapagar pudo y debió encarrilar mejor el partido en la primera parte, en la que fue un equipo más reconocible y se procuró un buen caudal de ocasiones. A la que pudo sacudirse la presión alta con tridente arriba que planteó de salida Paco Senda, el grupo de Álvaro Gómez-Rey no tardó en rozar el gol en dos acciones casi consecutivas, primero con un cabezazo de Greci que se fue lamiendo el palo tras pegar en un defensor, y después con un chutazo de Nacho Martín que sacó pleno de reflejos y agilidad el guardameta Carlos García, uno de los destacados en la tarde chopera.
Con el capitán y Kike Falcón flotando por detrás de Buceta y Héctor, los cuatro sustentados por Ferratti y Greci, el Galapagar adquirió un tono de martillo pilón que fue creciendo en la medida en que la presión del Villaverde fue perdiendo el brío del inicio. Sin embargo, una acción puntual pudo sacudir al Galapagar de primeras, cuando el colegiado no dudó en señalar como penalti una mano de Ferratti, sobrevenida en un pelotazo que cogió al centrocampista con el brazo extendido. Ismael engañó a Gonzalo en la transformación, pero para desgracia del capitán del Villaverde su disparo, raso y ajustado, se marchó lamiendo el palo.
Pasado el susto, el Galapagar retomó su ritmo y acabó encontrando el premio, en un magistral pase a espaldas de la defensa visitante que Kike Falcón colocó en el timing perfecto para el desmarque de Pablo Buceta, que entró en el área en diagonal, pleno de potencia, y superó al portero con un remate raso a palo cambiado. El canterano aún pudo coronar su actuación cuando conectó una chilena a servicio de Greci desde la derecha que estrelló con violencia en un defensa. Eran los mejores minutos del Galapagar, que hacía suyo el goteo de ocasiones. Antes y después del descanso, Héctor rozó el 2-0 en dos carreras culminadas con sendos remates cruzados que obligaron a Carlos García a meter buenas manos.
Zozobra en la segunda parte
Ese segundo aviso del máximo goleador arlequinado, a los cuatro minutos de la reanudación, ya llegó en una acción de puro contragolpe, puesto que el Villaverde volvió de la caseta con fuerzas renovadas. A diferencia de la primera parte, los de Paco Senda dieron mucha más continuidad a su presión y sumaron a ello más criterio con la pelota, aun con el contratiempo de haber llegado al descanso con la lesión de Ismael, sustituido por Escribá. El golazo de Maqueda a los siete minutos de la reanudación fue consecuencia de ello, un disparo desde el balcón del área que el centrocampista abrochó de interior hacia un ángulo imposible para Gonzalo, casi como si fuera un putt de golf.
El 1-1 reafirmó al Villaverde en su idea, trajo dudas al Galapagar, y elevó el nivel de nervios en el partido, hacia los límites que tan mal gestionó el árbitro: una falta que no es por allí, otra que sí es y no se pita por allá, diálogos intimidatorios con los jugadores, saques de banda del Villaverde diez metros adelantados… El sainete de despropósitos prendió la mecha de la grada y acabó por descarrilar al Galapagar, que encajó otro durísimo golpe con el 1-2 de Maqueda. El centrocampista pasó del golf al billar, mandando un golpe franco a las mallas, previa carambola a tres bandas: el balón pegó en la cabeza de Greci, luego en el interior del larguero, y finalmente en la espalda de Gonzalo, antes de acabar en la red.
Justo antes, Álvaro Gómez-Rey había decidido quitar a Buceta para dar entrada a Marcos Gil, en un intento por mantener el vigor arriba y ganar en último pase. El cambio, que causó estupor en cierto sector de la grada, pudo dar sus frutos cuando Héctor no acertó a remachar una jugada de tiralíneas entre Nacho y Marcos, cuyo centro en carrera hacia la cabeza del ariete rozó la perfección: dos centímetros más abajo y Héctor, muy probablemente, no hubiese perdonado el 2-2. Sin embargo, el efecto Marcos Gil, aún renqueante de una lesión, se quedó en esa acción. El Villaverde siguió con el mando del partido, inasequible al desaliento en la presión, y ya con mejor fútbol.
Expulsiones
La victoria visitante quedó definitivamente asegurada en dos minutos fatales para el Galapagar, en los que Rabadán jugó un papel primordial: primero, el lateral derecho empezó por sacarle con pillería la tarjeta a Gabri, exagerando tras su caída en una pugna por un balón que se iba fuera de banda. El galapagueño encajó mal la amonestación y Kilian Conde le sacó la roja por hablar; y dos minutos después, le ganó un balón a Héctor, salió en carrera por su banda y fue cazado por detrás por el ariete, que vio la roja directa. Por su aparatosidad, la entrada pareció merecedora del castigo, pero la barrida del delantero fue abajo, al balón: una amarilla de libro si toca la pierna, en todo caso. El caso fue que Héctor también se fue maldiciendo, con el árbitro tomando nota para un acta que puede ser demoledora, mientras Rabadán recibía la asistencia de la masajista del Villaverde. El jugador no fue atendido de lo que en apariencia debiera ser una fuerte contusión, sino que le estiraron la pierna, como a cualquier acalambrado, y al poco se levantó y defendió el siguiente ataque del Galapagar como un titán, sin ningún síntoma de cojera. Como se podrá entender, la culpa no fue suya por usar un recurso casi tan viejo como el fútbol, sino de quien lo estaba permitiendo.
Viendo a su equipo diezmado, El Chopo se calentó, mientras el Villaverde seguía a lo suyo. Helmer, que había avisado minutos antes en un contragolpe, remachó a placer el 1-3 ya en el tiempo añadido, aprovechando un error clamoroso en una cesión a Gonzalo. Fue lo que faltaba para rematar una tarde aciaga, de ésas que pueden marcar un antes y un después, con independencia de que haya supuesto la quinta derrota en siete partidos, que ya es grave, más si le añaden los 19 goles en contra. Una hemorragia que el Galapagar deberá cortar, como primera premisa para remontar el vuelo.
CD GALAPAGAR: Gonzalo; Guille, Jaime Cid, Raúl León (Gabi Pont, 79’), Gabri; Facu Ferratti (Álex, 81’), Kike Falcón (Manu Serrano, 82’) , Nacho Martín; Pablo Buceta (Marcos Gil, 71’) y Héctor.
VILLAVERDE SAN ANDRÉS: Carlos García; Rabadán, Javi, Luismi, Kim; Maqueda, Júnior, Javi Lorite; Ismael (Escribá, 43’), Helmer y Timo.
ÁRBITRO: Kilian Conde. Mala actuación. Expulsó por doble amarilla a Gabri (87’) y por roja directa a Héctor (89’).
GOLES: 1-0, Pablo Buceta (26’). 1-1, Maqueda (52’). 1-2, Maqueda (73’).1-3, Helmer (94’).
INCIDENCIAS: Partido de la séptima jornada en el Grupo VII de Tercera RFEF, con unos 500 espectadores en El Chopo en tarde agradable. Asistieron al partido el presidente y fundador del Villaverde en 1968, Juan Antonio Cózar, y el que fuera candidato a la presidencia de las federaciones Española y Madrileña, Miguel Galán. La Guardia Civil se personó en el campo para acompañar al trío arbitral en su retirada a vestuarios.
Jaime Fresno