El Tres Cantos castiga en el 96 a un Galapagar sin finalización (1-0)
Partido de poder a poder en el Jaime Mata, donde los galapagueños estrellaron dos balones en el larguero y no embocaron dos disparos a bocajarro antes de caer en el añadido, víctimas de la carga final del equipo de David Muñoz, refrendada con un gol de Raúl León poco después de que Sergio Iglesias detuviese un penalti a Nouman Arkine.
El Galapagar sufrió una durísima derrota en el Jaime Mata, víctima a partes iguales de su impericia de cara al gol y de la crecida de un Tres Cantos que, al igual que sucedió en El Chopo, se recompuso en el descanso y acabó metiendo el golpe definitivo en el minuto 96, por medio de Raúl León.
Si en aquel partido de ida al Galapagar se le cayeron los goles en la primera parte, nada menos que tres, en uno de sus mayores ejercicios de pegada del curso, esta vez se vio negado en tres ocasiones, a cada cual más clara: dos disparos al larguero de Manu Serrano en el intervalo de minuto y medio, y un remate a bocajarro de Marcos Gil que fue justo al cuerpo de Otero, con el portero tricantino vendido a derecha e izquierda. Por pura ley del fútbol, lo pagó, más si cabe en el contexto de un partido de poder a poder, muy al estilo de los playoff, en el que era imposible de todo punto mantener el ritmo de martillo pilón que los galapagueños impusieron casi de salida. Un partido para aprovechar las fases favorables y saber sufrir. Ahí lo hizo mejor el Tres Cantos.
El Galapagar no aprovechó su gran primera parte, en la que superó con claridad a su rival, y después sufrió la entrada en juego de los mejores futbolistas tricantinos
Gran primer tiempo
El primer tiempo del Galapagar fue imperial. Borja Bardera plantó a los suyos con la esperada defensa de cinco, con Guille Álvarez y Carlos Daniel en los carriles, Aguilar como piedra angular en el medio, Manu Serrano y Javi Redondo flotando por delante, y Marcos Gil acompañando arriba a Buceta. Con ese plan, el Galapagar impuso un ritmo que no tardó en sacar de rueda al Tres Cantos. Sin uno de sus mejores creativos, Rubén Bas, y sin su máximo artillero, Moha, ambos sancionados, el cuadro de David Muñoz se vio estrangulado en el medio, controlado en los carriles, donde Cristian, su ‘arma secreta’, no encontró balones suficientes ni desborde para superar a Guille Álvarez, y se vio muy obligado al juego en largo, ante la incapacidad manifiesta para frenar con balón al Galapagar.
Al cabo de un cuarto de hora, los serranos lo tenían todo: la posición en el campo, el mando en los duelos y la velocidad de ejecución. A partir de Aguilar, de nuevo excelente en el corte y confección, creció todo lo de arriba, incluidos Javi Redondo y Buceta. Fue el canterano, que llegaba a la cita como una moto tras sus dos goles bestiales al Canillas, quien gestó el primer tiro a la parte superior del larguero de Manu Serrano, que casi de inmediato se sacó otro, con un latigazo de zurda que, esta vez sí, golpeó de lleno el travesaño. Las dos jugadas empujaron al Tres Cantos definitivamente atrás, y el Galapagar empleó todo el ancho del campo para generar más y más espacios. Manual en mano, el ejercicio fue impecable, pues puso a jugar a todo el frente de ataque, por supuesto, con Buceta al frente.
En otra de las suyas, el ariete culminó otra de sus arrancadas por potencia con un disparo con el exterior, que apuró a Otero cerca del palo. Pero nada tan claro como la ocasión del minuto 41, cuando sacó un centro tenso y combado, de esos que son un caramelo para el rematador que viene de cara. Ése fue Marcos Gil, que se lanzó con todo y remató a bocajarro lo que parecía el 0-1. Para su desgracia, el disparo le salió “al muñeco”, o sea, Otero, que salvó al Tres Cantos sobre la misma línea de gol.
Reacción tricantina
El paso por vestuarios cambió el panorama casi por completo. Nada más empezar, dos ex galapagueños, Febre y Cristian, combinaron en la izquierda, y Sergio Iglesias, atento a su palo corto, desvió a córner el chut del lateral, que en la segunda parte se metió ya de forma sistemática en el frente de ataque. Con el Tres Cantos ajustando más su presión, el Galapagar se vio más apremiado y cedió mucho campo, hasta entrar en terreno pantanoso. El primer síntoma vino en un intento de despeje que, tras rebotar en uno de los hombres de la primera línea de presión, salió globeado por encima de Sergio Iglesias, camino de la portería. Sergio Pliego sacó el balón en el área chica y evitó males mayores.
Después vino otra combinación por la izquierda, con Capi dejando un buen balón para que Cristian probase de nuevo a Sergio Iglesias, justo antes de que David Muñoz decidiese quitar a su enganche para meter a Adnan Arkine. En cierto modo, la marcha de Capi sorprendió, pues el elegante futbolista tricantino se había subido a la dinámica creciente de su equipo. Con o sin él, el Tres Cantos claramente pudo abrir el marcador en el primer cuarto de hora de la segunda parte, un tramo en el que ya se vio con mando en plaza a Nouman Arkine y Febre. En esa fase crítica, el ex cerebro del Galapagar se alió con Andrés en la derecha, en una rápida triangulación que le hizo ganar el área con la ventaja suficiente para armar un disparo que se le fue fuera, con el efecto cambiado.
Los arlequinados se quedan octavos, a dos puntos del playoff que marca el Alcalá, y todavía pendientes de ganar uno de los cinco partidos que quedan para asegurarse un año más en Tercera RFEF
Viendo la cuesta abajo, Borja Bardera intervino sobre el cansancio de algunos hombres, y tiró de De la Torre y Gonzaga para relevar a Buceta, tras otro despliegue descomunal del canterano, y Marcos Gil, a pesar de que el capitán había firmado la única jugada de ataque del Galapagar en lo que iba de segunda parte, con un disparo al lateral de la red que el efecto óptico hizo que los aficionados arlequinados lo cantasen como gol. El doble cambio dio cierto oxígeno al Galapagar, pero el Tres Cantos ya había sacado la conclusión de que podía hacer suyo el partido. David Muñoz así lo vio y fue sacando a su potente segunda unidad, es decir, Manu Fuster, Dani Martínez, Álvaro Pérez… Una mutación en toda regla hacia el juego directo, que abrió definitivamente el partido.
Entre idas y venidas, Guille Álvarez sacó bajo palos un remate de Raúl León y al Galapagar se le fue otra ocasión clamorosa: un córner botado desde la izquierda fue prolongado por Gonzaga en el primer palo y el balón le llegó franco a Guille Álvarez, cuyo remate en carrera, libre de toda marca, se le fue por encima del larguero.
Penalti en el 94, gol en el 96
Era el minuto 86 y el Galapagar ya no asomó más, condenado a sufrir la carga final del Tres Cantos, con Febre y los hermanos Arkine hurgando en tres cuartos, y el área cargada casi siempre con tres delanteros, a cada cual con más cuerpo. Uno de ellos, sobradamente conocido por su etapa en el Atlético Villalba, Álvaro Pérez, ganó la espalda de la zaga y se fue solo para el mano a mano con Sergio Iglesias. El portero aguantó el envite, y el balón salió rebotado hacia Manu Fuster, que fue derribado en el área cuando se disponía a marcar. Penalti sin discusión posible, pero el caso es que la hubo; y Barranquero Sánchez repartió siete tarjetas en el lance, seguramente para aplacar los nervios del momento, con 0-0 en el minuto 94.
Con el Jaime Mata en vilo, Nouman Arkine ejecutó a romper, pero Sergio Iglesias respondió con otra parada prodigiosa, por intuitiva y felina. Sin embargo, aún no había pasado lo peor, pues el Tres Cantos estaba encima de un Galapagar agobiado, que ya no tuvo respuesta ante el centro medido de Álvaro Pérez para el remate ganador de Raúl León, ya en el minuto 96. Un mazazo para el Galapagar y un espaldarazo para el Tres Cantos, al que ya nadie puede discutir su condición de equipo revelación. También, el broche final a un partido con inconfundible aroma a playoff. El Galapagar está ahora a dos puntos de ese sueño. Tiene cinco jornadas para lograrlo, si vuelve a manejar los detalles que se le escaparon en el gran partido del Jaime Mata.
Jaime Fresno