Julio Cidoncha marca dos golazos en su pueblo y deja al CUC Villalba en un mar de dudas (2-3)

El centrocampista villalbino de 35 años abrió el marcador con un disparo a la escuadra y dio la victoria al Moscardó con otro gran gol desde fuera del área, en lo que fue la tercera derrota consecutiva de un Villalba que se queda compartiendo el farolillo rojo de Tercera RFEF con otros tres equipos.

18 años después de su salida del CUC Villalba, Julio Cidoncha sentó cátedra en su pueblo, con dos golazos marca de la casa que resultaron dos misiles a la línea de flotación del club que lo vio salir rumbo a la antesala de la élite, hacia aquel Real Madrid C del año 2007 donde llegó a apuntar condiciones para seguir trepando en la escalera blanca. No pudo ser, por avatares del fútbol que se llevarían un libro para explicarlos, y el mayor de los Cidoncha, 35 años ya, se labró un bien ganado prestigio en las categorías semiprofesionales, siempre dejando el poso de calidad del futbolista llamado a mayores empresas.

En su visita anterior, hace más de una década, contribuyó a frenar el camino del CUC Villalba hacia Segunda B, liderando en el medio al imponente Trival Valderas de Marcos Jiménez, en aquella infausta mañana del penalti marrado por Campillo, el del título de Liga. Esta vez, Cidoncha sí vio puerta, y de qué manera: sus dos goles, uno para abrir el marcador y otro para cerrarlo, resultaron decisivos para la victoria del Moscardó por 2-3.

Y Lógicamente, el hijo pródigo salió en loor de multitudes, entre la afición desplazada desde Usera, los seguidores locales que conocen de ‘pe a pa’ su trayectoria, y su familia, con su padre, Miguel Ángel, el secretario que en su día salvó al CUC Villalba de la desaparición, encabezando la comitiva. “Mi padre y otro mítico, Segundo -López-, me han dicho que ya me vale, pero les he dicho que es lo que hay y que suelen pasar estas cosas”, dijo al enfilar el vestuario, exultante.

La alegría de los Cidoncha resultó una especie de oasis en la frustración de la parroquia villalbina, que bajó las escaleras de la grada a caballo entre la resignación y el enfado: ya son cuatro derrotas en cinco partidos jugados en la Ciudad Deportiva, y una racha última de tres partidos seguidos perdiendo, que han colocado al Villalba compartiendo el farolillo rojo con otros tres equipos. Situación insospechada para un proyecto diseñado para mucho más y que no marca la esperada evolución.

El joven Villalba filial majariego parece, de momento, devorado por la Tercera madrileña, un reducto de fútbol semiprofesional que acostumbra a testar la solidez de los proyectos y a penalizar las faltas de cuajo. La mayoría coincide en que al Villalba le faltan uno o dos puntos de cocción, pero también en que tiene mucho margen de mejora. El problema es que el tiempo se le echa encima, con la Liga a punto de cumplir su primer tercio.        

Cidoncha golpea en frío

Una vez más, el CUC Villalba encajó el primer golpe casi en frío, con el partido por definir, casi en la primera acción nítida de juego de ataque: Marwane jugó con Cidoncha en la derecha, el villalbino quebró hacia afuera con suma facilidad a su par y soltó un disparo de rosca a la escuadra del palo largo, imposible para Valentyn. El 0-1 cayó como una losa en el Villalba, que durante varios minutos quedó aturdido y a merced de un Moscardó con la lección de la presión arriba y el fútbol en largo bien aprendida. Al poco, una falta botada al segundo palo encontró solo ante el gol a Domingo Mba, pero el ecuatoguineano, la pesadilla del Galapagar en la jornada anterior, cabeceó al sitio donde esperaba el despeje de la defensa amarilla, ya casi bajo palos.

La jugada sonó a despertador para el Villalba, que aun sin el control del juego, se las había apañado para rozar el gol en un disparo al palo de Pablo Montero. Poco a poco, los amarillos fueron entrando en juego, en la medida en que bajó la presión alta de los de Usera, y llevaron el partido a campo contrario. Fruto de ello llegó el empate, en una magnífica maniobra de Álex Krehl, que recibió un buen balón de espaldas en el área, pivotó para burlar la marca de Iván López, y estableció el empate con un disparo raso a la media vuelta.

El 1-1 asentó al CUC Villalba, sobre todo en el plano de la confianza, y el equipo jugó sus mejores minutos hasta el descanso. En ellos, Pablo Montero realizó un jugadón por la izquierda, yéndose en velocidad hasta ganar la lateral del área, pero su centro no encontró rematador en boca de gol y la defensa sacó el balón a córner bajo el larguero. Pudo ser el punto de inflexión del partido, puesto que, a vuelta del descanso, un disparo de Borja Paris fue repelido con la mano por Velasco y el inevitable Nacho Maganto, primer cambio de Javi Poves en el intermedio, no perdonó la pena máxima.

El nuevo gol en frío pilló al Villalba ya reconfigurado para buscar su suerte por fuera, con la entrada de Erald para buscar desborde en la izquierda, en detrimento del goleador, Álex Krehl. Por allí cargó el juego el Villalba, ante un Moscardó ya recogido atrás y fiando su capacidad al contragolpe a que Maganto o Cidoncha lanzasen las carreras de Mba. Cuando Rodrigo Íñigo echó mano de Chamón, el Villalba colonizó mejor el medio campo y el balón ganó con más asiduidad las bandas, aunque singenerar grandes desequilibrios.

Erald lo intentó todo, pero chocó con las coberturas y la calidad defensiva de jugadores como Dani Cuevas, acostumbrado a batallas mayores en Segunda RFEF con el Adarve. Por ese sector pesó más la capacidad de sorpresa desde atrás de Jaime Heras, que en una de sus subidas se sacó un centro chut peligrosísimo que estuvo a punto de significar el empate.

El premio del 2-2 llegó de una manera más prosaica, cuando Héctor Peña puso una falta en el corazón del área y el balón quedó suelto para la llegada de Pablo Munguía, con tiempo de acomodar con un toque su remate definitivo. El gol del nuevo empate espoleó al Villalba, cuyos jugadores fueron raudos a posar el balón para el saque de centro, con la mente puesta en la remontada. Pero el Moscardó seguía ahí, de una pieza, esperando su momento, que llegó cinco minutos después, cuando el Villalba le puso la alfombra roja a Cidoncha: el capitán rojiblanco encontró un balón suelto en el balcón del área, sin oposición y con tiempo de acomodar y ajustar la mirilla. Su disparo seco, con bote ante el portero, superó a Valentyn junto al palo y fue el mazazo definitivo. Los veinte minutos restantes fueron un quiero y no puedo del Villalba, que acabó diluido ante el oficio del Moscardó.

Rodrigo Íñigo: “Olvidemos los pretextos, estamos en un filial donde los chicos tienen todo, no les falta de nada”

Rodrigo Íñigo, el sustituto de Mateo García aún no se sabe si con carácter provisional o definitivo, se mostró muy crítico tras el partido: “Si tú encajas tres goles en casa, no sólo se te escapa un punto, sino el demostrarnos a nosotros mismos que sin tensión defensiva es muy complicado. Hoy el equipo tenía la idea clara de a lo que íbamos a jugar, si no se podía jugar por dentro, buscar las bandas y los espacios, y ellos hicieron su partido, con un 5-4-1 y puro balón largo. Hubo errores; un penalti que no sé si es penalti, que te penaliza empezando el segundo tiempo, porque las sensaciones eran que nosotros nos pusiéramos mejor al inicio de la segunda parte… Muchas cosas pasan cuando jugamos aquí en casa que no estamos resolviendo”.

El entrenador mexicano abundó sobre los goles encajados en frío: “Nos pasó contra el Alcalá, nos pasó contra el Leganés…El primer gol de hoy es una verdadera vergüenza: no somos capaces de ganar el rechace, hacen dos amagos y dejamos a uno solo en el área, que la pone en la escuadra… Parecía que estaban entrenando cuando nos hacen el primer gol, parecía que hacíamos sombra defensiva. Es lamentable, porque habíamos hecho una gran semana, habíamos entrenado bien, habíamos sido agresivos y exigentes con nosotros mismos, y luego pasa esto: minuto 8, y 0-1. Así es complicado. Los chicos creo que tienen un importante margen de mejora. Hoy muchos no están al nivel que tendrían que tener después de diez partidos, esa es la realidad. “Nos vamos muy jodidos”.

Siempre muy autocrítico, Rodrigo Íñigo señaló como principal problema la falta de contundencia defensiva: “El penalti nos condiciona, pero después tú ves la jugada del primer gol y la del tercero, y es increíble: Cidoncha solo en la frontal; con tiempo para controlar y mirar donde la quería poner”.

El técnico mexicano rechazó de plano que los problemas del equipo en casa sean achacables al estado del campo de la Ciudad Deportiva: “Nosotros sí entrenamos aquí y conocemos el campo, hemos jugado aquí cinco partidos y hemos entrenado seis o siete veces, hemos jugado en pretemporada… No puede ser un pretexto. Todos los equipos que vienen aquí no habían jugado ni habían entrenado aquí: ni Leganés, ni Alcalá, ni Las Rozas hace 15 días, o ahora el Moscardó. No, no… Olvidemos las excusas y pretextos: estamos en un filial donde los chicos tienen todo, no les falta de nada. Tienen un staff amplio, las mejores condiciones para trabajar, estamos todos al pendiente de controlar todo lo que se puede controlar. Bueno, pues a lo mejor hay que darle una vuelta y ver qué decisiones se han tomado mal para que todos estemos hoy en una situación muy desagradable. Viendo este partido, la sensación es muy dura, porque yo tenía mucha fe en que podíamos ganar, y hoy todos estamos en mal momento, en este barco que va por aguas muy turbias”.

El que fuera segundo de Mateo García se mostró convencido de tener cosas que aportar como máximo responsable del equipo, pero admitió que el futuro es incierto, a falta de lo que determine la dirección deportiva del Rayo Majadahonda, que de momento le ha dejado dirigir por segunda jornada consecutiva. “Yo tengo la ambición total de ayudar y de seguir con ellos, de apretar y ayudar a los chicos, de darles más opciones y herramientas para hacerles crecer. El resultado no me condiciona a mí individualmente, otra cosa es el contexto. Hay muchas otras cosas que cambiar y mejorar. Entonces yo sé lo que puedo aportar y generar como entrenador y persona, pero a partir de ahora yo no lo sé. Vamos a esperar”.

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