Adiós al hombre del milagro del Cercedilla

El fútbol serrano perdió el pasado 20 de noviembre a Antonio Sánchez Heradio, uno de sus históricos, por su papel decisivo no sólo en el ascenso del Atlético Cercedilla a Tercera División, sino en el posicionamiento del club parrao como modelo de gestión.

El fútbol serrano perdió el pasado 20 de noviembre a Antonio Sánchez Heradio, uno de sus históricos, por su papel decisivo no sólo en el ascenso del Atlético Cercedilla a Tercera División, sino en el posicionamiento del club parrao como modelo de gestión. Falleció con 74 años en Ciudad Real, donde residía tras jubilarse como regente de uno de los establecimientos hosteleros de referencia en Cercedilla, el ‘Bar Sánchez’, situado en la estratégica esquina de plaza Mayor que confronta con los antiguos garajes de la empresa Larrea. Será en la Iglesia del Carmen, a pocos metros de allí, cuando este viernes le dé el último adiós el pueblo de Cercedilla, al que puso en el mapa futbolístico de la Comunidad de Madrid desde el desempeño de todas las tareas posibles como directivo.

‘Tripichín’, como se le conocía popularmente en Cercedilla, empezó su relación más directa con el club de su pueblo hacia 1980, con el equipo inscrito en la antigua Federación Castellana y jugando en la Segunda Regional Ordinaria, y lo dejó más de veinte años después en la cúspide de Tercera División, tras lograr otro hito histórico con la permanencia de la temporada 1999/2000. Formalizó su dimisión en la Asamblea de socios del 9 de junio de 2000, pero días antes, en su bar y ante este redactor, había anticipado sus razones: “Creo necesario desaparecer. He tenido una época en la que se han tratado de hacer bien las cosas, pero no siempre salen como quieres. Aún así ha habido suerte y ha quedado un buen detalle deportivo. Me voy porque he perdido el valor más importante que yo tenía de cara al club, que era el diálogo con la plantilla. Ellos no confían en mí como antes y pienso que mi concurso podría perjudicar al club. Hay que dejar paso a otros señores que vengan con otras ideas”.

Sin saberlo, Antonio Sánchez estaba poniendo con esas palabras fin a la época más dorada del Atlético Cercedilla, coincidiendo, paradójicamente, con el regreso a la Alcaldía del que fuera fundador del club, el histórico Enrique Espinosa. Y ya nada volvió a ser lo mismo: el equipo perdió dos categorías en los dos años siguientes y, tras sostenerse a duras penas cinco temporadas en Primera Regional, completó su caída a Tercera en 2006. Sin él, y tras el prematuro fallecimiento de Luis Romero, el gran amigo al que convenció para pilotar como presidente la época dorada, el Atlético Cercedilla nunca pudo volver a emular aquellos memorables años.

Antonio Sánchez, en una entrevista publicada en 2019 / Archivo Aquí en la Sierra

Conectar con el pueblo

Hay un punto que explica por sí solo cuál fue la aportación de Antonio Sánchez, y que no es otro que el de conectar el equipo de fútbol con el pueblo hasta límites excepcionales, en una localidad que entonces era la más pequeña de la Comunidad de Madrid con presencia en categoría nacional: de los 39 socios que había a su llegada, se marchó con 429, es decir, prácticamente el diez por ciento de la población de Cercedilla.

En 2019, en una entrevista con Aquí en la Sierra con motivo del 20 Aniversario del ascenso a Tercera División, Antonio Sánchez citó como clave “la ilusión que teníamos y el volcarse del público, el pueblo, la afición… Por entonces, el Ayuntamiento también se comportaba, los aficionados colaboraban, había rifas… Todo lo que hacíamos nos salía bien. Recuerdo que hicimos un sistema para subir socios, que consistía en que, desde septiembre que empezaba la temporada hasta junio, si las tres cifras del número de abonado coincidían con las tres últimas del sorteo semanal de la Lotería Nacional, el socio tenía premio. Creo recordar que pagaban 50 euros a la temporada por el carnet y los premios semanales eran de 60 euros. Eso nos ayudó a hacer más de 400 socios”. La fiebre creció hasta tal punto que las puertas del viejo campo de hierba natural de la Dehesilla y Rodeo contaron la friolera de 2.182 espectadores para ver el duelo por el ascenso a Tercera División entre el Cercedilla y el Aravaca, metidos en un recinto sin gradas y colocados a la antigua, es decir, formando filas ante las chapas perimetrales. Ese día el Cercedilla perdió en su primera tentativa por el ascenso y se vio abocado a jugar la promoción ante el Villaviciosa, que también perdió. Pero al año siguiente, el 30 de mayo de 1999, el equipo terminó por lograr la gesta a lo campeón, ganando la Liga de Preferente con una goleada por 5-1 al Santa Eugenia.

Un modelo

Deportivamente, aquel Cercedilla fue un modelo para el hoy llamado scouting en el fútbol regional, sin ayudas de internet ni de portales especializados, gracias al olfato innato de dos locos del fútbol: el propio ‘Tripichín’, y el entrenador Antonio Gómez ‘Cala’. Aquel matrimonio deportivo se inició en 1996, bajo las circunstancias más especiales: el técnico acababa de encajar con el Pozuelo el tremendo varapalo de perder ante el CUC Villalba en la última jornada una plaza en la promoción de ascenso a Tercera División que parecía suya, y con su temporada acabada acudió a Collado Villalba para presenciar el histórico partido del Unión ante El Álamo. Fue allí, y en presencia de Luis Romero, donde se cerró el acuerdo que revolucionó la historia del Cercedilla: Cala apuntaba con sabiduría los objetivos a fichar y los directivos los cerraban, siempre con buena mano negociadora.

Hasta Cercedilla empezaron a llegar jugadores de gran trayectoria en el fútbol de Madrid y de Castilla La Mancha, como el portero Rico, Lucas Villarrubia, Rafa Cuesta, Fernando Calvo, Conde, Garcinuño, Israel, Lera Juan Nieto, o Damián, y se combinaron con jugadores de Cercedilla como Juan Cortés, Miguel Colón, Pachi Sanchís, o Fernando Romero; y con el tiempo, con los mejores futbolistas de aquella época en la Sierra, como los villalbinos Rafita, Toñín y Rodri, o el sanlorentino Carlos Contreras. El resultado fue un equipo espectacular, sobre todo en ataque, capaz de meter 75 goles en la temporada del ascenso, 56 de ellos entre Colón, Nieto y Damián, un tridente que fue devastador en Preferente y, en parte, también en Primera Regional, categoría en la que Antonio Cala se estrenó logrando también el título de Liga.

Mientras el espectáculo fluía en el campo, Antonio Sánchez coordinaba a su equipo directivo fuera de foco, con gente muy colaboradora, como Albino, José Luis Berzal ‘Peluso’, o Julio, patrocinador con su empresa Alsiema, además de imponer la cordura en las cuentas, sin gastar una peseta de más. Aún en plena época estival, con su bar a pleno rendimiento en la plaza, ‘Tripichín’ trazaba el presupuesto de la temporada y se encargaba de que las dos principales fuentes de ingresos cuadrasen al milímetro: el Cercedilla tenía que funcionar hasta pasadas las Navidades con el dinero de las rifas, los anunciantes y los socios; después, con la subvención municipal, que en los mejores tiempos llegó a significar más del 30% de los ingresos, después de que Antonio lograse la involucración total del entonces alcalde, José Luis López Mora, quien viendo la gran cantidad de público que abarrotó el campo el día de la derrota ante el Aravaca le preguntó: “Antonio, ¿qué necesitas para subir al equipo a Tercera División? Respuesta: “seis millones de pesetas”. Dicho y hecho.

Cuando se consiguió, el Cercedilla llegó a manejar un presupuesto que fluctuó entre los 16 y los 18 millones de pesetas, siempre según ‘Tripichín’. Muchísimo para un club ubicado en una localidad tan pequeña, pero de largo el presupuesto más bajo de toda la Tercera División madrileña. Aun con ello, más la dolorosa destitución de Antonio Cala en una atípica y controvertida pretemporada, y a pocos días del debut ante el Coslada, el milagro siguió su curso con otro fichaje al pleno de acierto pese a llevarse a cabo contra reloj, el del entrenador Teo Lázaro, con el que se logró la permanencia en las condiciones más difíciles. Fue ese desgaste el que marcó el principio del fin, en el verano del año 2000, cuando Antonio decidió dejar de ser la argamasa que sostenía el Cercedilla, con independencia de que otras personas pudiesen tener una importancia similar en determinados momentos de la bonita historia.

Ya fuera del club, limitó más su pasión futbolística a su condición de gran seguidor del Atlético de Madrid, y se centró en su bar, un clásico de la hostelería de Cercedilla en el que también escribió otra bella historia, entre el trasiego de los viajeros de Larrea, los excursionistas del Puerto de Navacerrada y de la Fuenfría, y los personajes ilustres de la localidad y alrededores, muchos de los cuales acudían al reclamo de su plato más venerado: las sardinas “A la Bombi”. Cuando llegó la jubilación, y dentro de lo que le dejó su delicada salud, lastrada por las secuelas de un ictus, siguió demostrando en Ciudad Real sus dotes como jugador de mus, con primeras posiciones en torneos nacionales. Pudo allí echar la vista atrás para constatar que tuvo la suerte de obrar un milagro entre amigos. Descanse en Paz.

Jaime Fresno           

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